24/6/09

El Carnaval descrito en diversas Fuentes Históricas





NOTICIAS DE LAS CARNESTOLENDAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XVII Y ALGUNOS JUEGOS CARNAVALESCOS

Castro, Adolfo de, El conde-duque de Olivares y Felipe IV. Cádiz: Imprenta, librería y litografía de la revista médica, 1846. Tomado de la edición electrónica de la Colección Clásicos Tavera, 14. Bernardo José García García (comp.), Obras Clásicas sobre los Austrias. Siglo XVII. DIGIBIS, Serie III, vol.8. Historia de España. ISBN: 84-89763-32-1.

Selección y transcripción del texto: Natalia Silva Prada

[p.18] En las costumbres de aquella edad [se refiere al siglo de oro] se conservaban vestigios de la dominación romana y arábiga en España. Los regocijos populares que se hacían en Carnestolendas, tuvieron origen en las fiestas que en honor de Baco la ciudad por excelencia celebraba. Llamáronse en España Carnestolendas, y desde el pasado siglo XVIII Carnaval, si bien en el XVII usó por primera vez esta voz en escritos españoles el muy famoso e ingeniosísimo poeta cordobés don Luis de Góngora.
Costumbre fue en las mujeres españolas del siglo XVI echar en las tardes de carnestolendas desde sus rejas o balcones salvado a los que pasaban por sus calles, o afrecho, como se llamaba y aun llama en Andalucía. En Cádiz y otros lugares usaban para este regocijo, en vez de salvado o afrecho, blancas y olorosas flores de retamas.
En el siglo XVII vaciaban calderos, llenos de agua, sobre los que pasaban por sus calles. Caballeretes mozos les arrojaban en cambio bombas de agua olorosa, hechas de cáscaras de huevos, en tanto que otros andaban en cuadrillas de calle en calle, encubiertos con disfraces varios, a hacer lo que llamaban mojiganga.
[p.19] Asistían en tales noches a saraos damas y galanes, cubiertos los rostros con mascarillas. Ellos, antes de entrar en la sala del festín, elegían un color y danzaban dos vueltas con aquella que tuviese un lazo del color elegido. Luego entraban todos con el son de música mano a mano a danzar en el festín. En los tres días de Carnestolendas veíanse forzados los galanes a festejar, según se decía en el siglo XVI a las damas que tenían el lazo del color elegido, o a galantearlas según se decía en el XVII.
Muchos juegos y regocijos hacia en tales noches la gente baja. Don Francisco Santos en su obra titulada La tarasca de parto en el mesón del infierno, cuenta entre otros los siguientes:
“I. Hay una rueda de hombres y mujeres. Convienen los más en dar chasco a uno. Eligen un juez, y senténcianle en que tome un caldero lleno de agua, y metida el asa por la cabeza, le echen una camuesa dentro de agua, y la saque con la boca. Pónese en postura para hacerlo, puesta el asa del caldero al pescuezo. Al tiempo de ejecutar la tarascada, los que están en el aviso, le pican por detrás, clavándole un alfiler; y sin reparar en el bozal que tiene puesto, quiere volver con tanto brío que se echa a cuestas el caldero de agua.
II. Júntanse en otra parte diversas personas, y ordenan el juego del tribunal. Nombran ministros altos y bajos. Siéntanse a un lado los abogados: el relator en su puesto. Van viniendo los nombrados por presos delante de la silla del Presidente, puesto un pedazo de manta o estera. Al que quieren burlar (que siempre eligen al más inocente) estando haciendo relación de su causa, tiran de la alfombra, y dan con él de costillas”.
Una de las burlas más crueles que se hacían en las Carnestolendas, y aun en otras ocasiones eran los manteamientos, así a perros como a hombres. Cervantes la describe en el capítulo XVII de la primera parte de don Quijote. Esta burla se usaba también en la antigua Roma. De Otón, dice Suetonio, que rondando de noche por las calles de aquella ciudad, si encontraba algún borracho lo manteaba, tendiéndole la capa; y Marcial hablando con su libro dice que se fie de alabanzas, porque a vuelta de ellas, se burlarían de él, manteándolo.


Gómez Rosas, Estela. Reina Estela Corella Féliz. Puerto de Veracruz, Veracruz, México. Tomado de la página virtual: http://www.fotosconhistoria.canalhistoria.com/?cmd=photo_view&photo_id=5508

Selección del texto e imágenes: Jorge Ulises Martínez Valencia



Mi abuela Estela Corella Félix (nacida en Hermosillo, Sonora, México), fue Reina del Carnaval del Puerto de Veracruz, Veracruz, México en 1927.
El computo final, fué en el Teatro Carrillo Puerto y el carro que tripuló la Reina Estela Corella Félix, era una concha marina, símbolo del pueblo del Puerto de Veracruz a orillas del mar.
La entrada para presenciar la presentación de las candidatas era gratuita y fue el lunes 12 de febrero de 1927, por el Lic. José Río Patrón.
Con derroche de entusiasmo, con encarnizamiento bullicioso de todos los grupos después de una reñidísima lucha en que galardamente los partidarios contendientes en el concurso del Carnaval, fué proclamada Reina de Carnaval del Puerto de Veracruz, Veracruz de 1927, la señorita Estela Corella Félix, quien paseó por la tarde en su automóvil y pudo vérsele manejando al volante conduciendo ella misma su máquina acompañada de varias amigas y simpatizadoras.
El miércoles 2 de marzo de 1927, el comité organizaba una cena baile en honor de la reina ganadora Estela Corella Félix y su corte, para de ésta manera agradecerles toda su colaboración en estos festejos, el baile será en Villa del Mar y el apartado costará $6.00 (seis pesos m.n.) con cuatro cubiertos, las reservaciones se harán con el señor Manuel Martínez Terán en la calle de Zamora No. 1.
El primer paseo de la nueva Reina Estela Corella Félix, lo inició saliendo de la Terminal Los Cocos, en un tren remolcado con una máquina No. 7 y compuesto de dos carros de primera para la soberana y su séquito. El tren fue tripulado especialmente por el maestro mecánico de la Cía. Terminal Alfredo Roffiel y su ayudante el señor José Sánchez y en representación de los elementos ferrocarrileros el señor Rafael López Moreno.
Desde el Estado de Sonora, México, recibe felicitaciones de familiares y amigos por haber sido electa reina del Carnaval del Puerto de Veracruz, Veracruz, México. Su familia tenia poco tiempo de radicar en el Puerto, debido a que su padre, había sido nombrado administrador de la Aduana en ese Puerto de Veracruz, donde más tarde conoce a su Gran Amor, Guillermo Rosas del valle, hijo del Teniente Coronel, Luís M. Rosas, último sobreviviente en 1930, de la Batalla de Puebla, Puebla, México del 5 de mayo de 1862.

No hay comentarios:

Publicar un comentario